Bienvenidos al nuevo curso 2014-15.
Empieza un nuevo curso, con todo lo que conlleva, con la ilusión de los pequeños y los temores y dudas de los mayores, sobre todo los que inician la última etapa del colegio, el Bachillerato.
No obstante hay cosas que no cambian a lo largo de los años y no está de más un recordatorio y una reflexión al respecto. El artículo que he encontrado, hace pocos días, es muy acorde a lo que los padres no debemos pasar por alto de cara a que nuestros hijos e hijas empiecen el curso con buen pie:
Los secretos para conseguir el éxito escolar
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Un buen desayuno se asocia a un mejor rendimiento académico
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Tener una rutina de sueño y dormir entre ocho y nueve horas
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La actitud de los padres es clave en el desarrollo escolar de los hijos
Septiembre concede a los más pequeños lo que enero a los adultos: nuevas
oportunidades, buenos propósitos y un año por delante cargado de aciertos y
errores. Técnicas de estudio y estrategias de aprendizaje son de gran
importancia para tener un buen rendimiento escolar pero no sólo eso garantiza
el éxito. La adquisición de hábitos saludables, como una adecuada alimentación,
hidratación e higiene del sueño, es fundamental para el buen funcionamiento
académico.
Una alimentación
equilibrada es clave para el rendimiento pero, sin duda, la glucosa
constituye el principal elemento energético para las neuronas. Diferentes
estudios han demostrado que aquellos niños que van al colegio sin probar bocado
o toman un desayuno escaso ven reducida su capacidad de aprendizaje, de
atención y de memoria y obtienen un peor rendimiento académico. Es recomendable
que por la mañana se tome fruta o zumo, leche y tostada o cereales.
Otro de los aspectos
fundamentales para los más pequeños que cada vez va tomando más importancia en
la salud es la hidratación. Beber frecuentemente durante el tiempo de
clase o aprendizaje mantiene el cerebro alerta. Según el doctor José
Maldonado Lozano, pediatra del Hospital Universitario Virgen de las Nieves de
Granada y profesor de esta disciplina en la Universidad de Granada, es
fundamental que los niños tengan el hábito de beber agua regularmente, incluso
antes de tener sed. La ingesta debe ser proporcional al aporte calórico (1 ml/1
kcal), por tanto, a más energía más agua. De este modo, lo ideal es hacerlo
regularmente, entre ocho y 10 veces al día, ya que lo recomendable es beber dos
litros de agua diarios.
Por otra parte, si el
niño hace ejercicio o alguna actividad física, es importante que beba antes,
durante y después de practicar el deporte.Las bebidas deportivas no son
necesariamente aconsejables ni las energizantes.
El sueño también es
esencial para el rendimiento académico. Los problemas al dormir se
han relacionado directamente con las alteraciones de conducta, de rendimiento
escolar y una pobre regulación emocional. De este modo, el niño debe
acostumbrase a tener una rutina de sueño, es decir, acostarse y levantarse
todos los días a la misma hora y dormir entre ocho y nueve horas.
La práctica de
ejercicio físico también se relaciona de forma muy positiva con un buen
rendimiento escolar, evitando además, problemas como el sedentarismo y la
obesidad. Los datos en España son preocupantes: el 26% de los niños y el 24% de
las niñas tienensobrepeso. Desde la Asociación Española de Pediatría,
recomiendan al menos una hora diaria de actividad física de moderada a intensa.
"Las actividades extraescolares deportivas, los paseos en familia, las
actividades al aire libre y reducir las horas de consumo de televisión son
formas de aumentar la actividad física de manera divertida y amena".
La educación no recae únicamente en las escuelas sino que los padres son
los máximos responsables. La actitud que ellos tomen es clave en el éxito de
sus hijos. María Bustamante, directora de la Unidad de Psicología infantil del
Instituto Centta de Madrid, mantiene que es fundamental que eduquen para la
responsabilidad, el hábito del esfuerzo y la constancia y, después, que motiven
y estimulen para el aprendizaje.
Una de las mayores
rutinas que existen actualmente donde los padres son principales protagonistas
son las actividades extraescolares.Muchos progenitores someten a sus hijos a
un maratón que a veces puede ser contraproducente. "Lo ideal sería
realizar un par de ellas, una de carácter más deportivo y otra más intelectual,
como por ejemplo estudiar un idioma, y que se realicen en días alternos",
asegura el psicólogo educativo Jesús Ramírez Cabañas. Pero siempre, hay que
tener en cuenta las preferencias y gustos del niño.
Si el niño "es agresivo y le apuntamos a fútbol, vamos mal
encaminados. Sería mejor que canalizara su agresividad hacia un deporte más
adecuado como el judo o el kárate, que le enseñarán a dosificar esa
agresividad. Si es tímido y tiene dificultades en la socialización, entonces sí
le iría mejor un deporte de equipo", indica este experto.
En la misma línea se expresa Bustamante quien asegura que las clases
extraescolares son un recurso acertado siempre que no supongan una sobrecarga
para el niño y dejen tiempo para jugar. "El principal error es hacer la
elección en función de las necesidades horarias de los padres o por la
mera pretensión de que los hijos sepan de todo. Es indispensable que estas
actividades se adapten a su condición física y a su edad".
Los deberes, un
tema de equilibrio
Los padres deben tomar un papel activo durante el periodo escolar, deben
estar pendientes de sus hijos, ayudarles y apoyarles, pero no estar encima de
ellos. Y mucho menos, hacerles los deberes. Deben fomentar en ellos la rutina y
la disciplina. Ambas cosas están muy ligadas, asegura el psicólogo educativo
Jesús Ramírez Cabañas. Por eso, "si el niño se habitúa a hacer una
actividad extraescolar y luego va a casa a hacer sus tareas es más fácil que lo
convierta en rutina. Si los padres le ayudan a hacer los deberes (o se los
hacen ellos) será difícil que el niño adquiera esa autodisciplina. Lo ideal es
que controlen al niño, pero de una manera alejada. Es decir, no estar encima
pero sí saber si han hecho lo que tenían que hacer", explica el experto.
Lo aconsejable, añade por su parte María Bustamante, directora de la Unidad de
Psicología infantil del Instituto Centta de Madrid, es que los padres vigilen,
apoyen y supervisen que sus hijos cumplen sus tareas. Pero nunca, nunca
hacerles los deberes. Y que este tiempo no se convierta en un momento de estrés
o tensión, sino que esté dentro de un clima afectivo y motivador.
Ref. BEATRIZ G.
PORTALATÍNMadrid
El Mundo